¿Por qué leer Las musas existen?

Las musas existen es un canto al amor. Pero no sólo al amor romántico, que también, sino a un amor más amplio y auténtico, el amor incondicional. Amor a la vida, amor a la Tierra y a los seres vivos que la habitan, amor a la naturaleza, amor a lo que somos. Y amor, por supuesto, a mi hija y a las mujeres que tuve la suerte de conocer y que se convirtieron en verdaderas maestras de la vida. A continuación te hablo del libro y te explico a qué me refiero.

Las musas existen se diferencia mucho del que fue mi primer libro, Epitafio para los días asesinados. Si en aquél imperaba la oscuridad y una visión crítica, en éste lo que lo que predomina es la luminosidad. Y eso que los primeros poemas fueron escritos al poco de acabar Epitafio. De hecho, si no recuerdo mal, estaba sumido casi por completo en el laborioso proceso que supuso publicar aquel libro. Por eso cabe explicar que la razón de que sean obras tan divergentes se debe a que Las musas existen coincide con el momento en el que realizo importantes cambios en mi vida. Es un período en el que dejo de lado todo aquello que considero que me está perjudicando. Y al hacerlo, una nueva vida se abre.

Esta nueva vida viene sustentada en una mentalidad diferente a la anterior, es más positiva, se centra más en lo que se tiene que en lo que falta, es agradecida. Esto queda perfectamente reflejado en Las musas existen. El poeta se deja llevar por la fascinación que le producen, por ejemplo, un amanecer o el canto de los pájaros. La naturaleza está muy presente y es parte activa del proceso que se está viviendo. Pero también está, por supuesto, el ser humano.

En Las musas existen la actitud ante el otro es de semejanza, es de acercamiento, es empática, es comprensiva. Es de amor. Y a esto contribuye la presencia ineludible de la mujer, quien está muy presente en prácticamente todos los poemas del libro. Esta fuerza femenina viene a simbolizar la belleza, los sentimientos puros, la armonía, la calma, la transparencia.

Y por supuesto está mi hija. A ella dedico una serie de seis poemas que titulo precisamente así: Poemas para mi hija. Cuando los escribí, ella tenía tres años, y por supuesto que no los leyó. Aun así, ahí quedaron, por si algún día llegan a sus manos y los quiere leer. Con ellos, quise expresarle todo mi amor, pero también darle una serie de consejos que, tal vez, en algún momento de su vida le puedan servir. Nacieron en un torrente de inspiración espontánea e irrefrenable proveniente de la energía que alcanza a todo el libro: la del amor.